martes, 31 de enero de 2017

Y yo...También

domingo, 15 de enero de 2017

De ⚯⚯ Domingos



Aquí estoy,
desnuda,
sobre las sábanas solitarias
de esta cama donde te deseo.

Veo mi cuerpo,
liso y rosado en el espejo,
mi cuerpo
que fue ávido territorio de tus besos,
este cuerpo lleno de recuerdos
de tu desbordada pasión
sobre el que peleaste sudorosas batallas
en largas noches de quejidos y risas
y ruidos de mis cuevas interiores.

Veo mis pechos
que acomodabas sonriendo
en la palma de tu mano,
que apretabas como pájaros pequeños
en tus jaulas de cinco barrotes,
mientras una flor se me encendía
y paraba su dura corola
contra tu carne dulce.

Veo mis piernas,
largas y lentas conocedoras de tus caricias,
que giraban rápidas y nerviosas sobre sus goznes
para abrirte el sendero de la perdición
hacia mi mismo centro
y la suave vegetación del monte
donde urdiste sordos combates
coronados de gozo,
anunciados por descargas de fusilerías
y truenos primitivos.

Me veo y no me estoy viendo,
es un espejo de vos el que se extiende doliente
sobre esta soledad de domingo,
un espejo rosado,
un molde hueco buscando su otro hemisferio.

LLueve copiosamente
sobre mi cara
y sólo pienso en tu lejano amor
mientras cobijo
con todas mis fuerzas,
la esperanza...










En la doliente soledad del domingo
Gioconda Belli

viernes, 13 de enero de 2017

La promiscuidad del detalle




El primer plano de un rostro es tan obsceno
 como un órgano sexual visto de cerca.
 Se trata de un órgano sexual.
 La promiscuidad del detalle,
 el zoom-in,
 adquiere un valor sexual.

Jean Baudrillard

miércoles, 11 de enero de 2017

O

   

El joven no dijo nada más. La acarició tan largamente en los labios de la hendidura de la vulva que O empezó a jadear hasta perder el aliento.
      Después de haberse hundido en ella, el joven cambió la vulva por el ano, pronunciando en voz muy baja: “O”. 
      Ella sintió que se cerraba en torno de aquella estaca de carne que la empalaba y la hacía arder.

Historia de O 
Pauline Réage 
Fragmento

la noche 75

En mis versos, de rimas melodiosas, he cantado suficientemente la amargura de la ausencia y el triunfo de aquella cruel con cuyo alejamiento he sufrido tanto.

Ahora he engarzado en un hilo de oro mis versos, admirablemente labrados, y quiero solamente cantar las cosas de alegría y la expansión del alma.

Los jardines perfumados de rosas, las gacelas de ojos negros, las cabelleras de las gacelas.

La cruel fué al jardín de mis delicias, sus mejillas las rosas del jardín, sus pechos las peras y las granadas, y su carne la miel y el rocío.

Pero en adelante, quiero pasar tranquilamente la vida con tiernas vírgenes, flexibles como las ramas nuevas, y entre beldades intactas como perlas que no se han perforado.

Al son de los laúdes melodiosos, bebiendo la copa en las manos del escanciador, en las praderas de rosas y narcisos.

Y aspiraré todos los perfumes de la carne, y sorberé la delicada saliva de los labios, prefiriendo los gruesos y de rojo obscuro.

Y mis miradas reposarán en sus miradas. ¡Y nos sentaremos cerca del agua cantora de mis jardines!

Alex Timmermans

Las mil y una noches 

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